Domingo 13 de marzo
Amaneció un poquito nublado, pero con una hermosa temperatura. Después del rito de desayunar con mate en el balcón, averiguamos con el recepcionista y nos fuimos a tomar un bus de transporte urbano en la Bomba de servicio.
En veinte minutos y con ayuda del chofer bajamos en la parada correcta en Rodadero, una playa en Bahía Gaira que debe su nombre a la costumbre de deslizarse por un gran médano, rodando hasta el mar.
José, que atiende en un pequeño restaurante de playa pintado de verde, nos contó con mucho sentimiento que una draga china llenó de arena la playa y corrió el acceso del mar. También que cuando construyeron edificios sobre el cerro, con los martillos neumáticos desplazaron la arena; y por esos motivos ya no es posible disfrutar la rodada como cuando era chico.
Lo vimos sucio, con restos de construcción y las infaltables bolsitas de nylon, además de botellas y latitas. Una pena!
Igual la playa es linda, con una avenida de palmeras y un puente sobre un río en el otro extremo.
Desde allí se tiran los adolescentes a rescatar monedas. Un pasatiempo que ya habíamos observado en Venezuela.
De ambos extremos de la playa, salen barquitos a Playa Blanca y el Acuario. Decidimos obviar el Acuario, pensando que sería similar a Mundo Marino de San Clemente, o Aquarium de Mar del Plata; así que sólo elegimos ir a Playa Blanca, que no es de arenas tan blancas.
Nos acosaron los vendedores de todo: ropa, artesanías, bebida, comida,... hasta que nos tiramos en el pareo sobre la arena. Parece que descubrimos un código, no nos ofrecieron más nada. Luis dice que esa es una "bandera de rata", que no pagaremos por nada, je je. Pero si nos tentaron con cocadas!
Cuando empezó a apretar el sol de mediodía nos volvimos a Rodadero. Paseamos por galerías y artesanatos, viendo potenciales presentes para familiares y amigos. Nos gustaron varias cosas por bonitas y diferentes.
Almorzamos una cuadra más adentro y aprendimos sobre los "almuerzos corrientes", de más bajo precio y algo así como el plato del día. Consisten en una porción de carne (de res, cerdo, pollo o pescado) con un poquito de ensalada, arroz y patacones o maduro frito (plátano), que sirven luego de una sopa. O sea bastante completitos y llenadores.
De regreso en la playa, observamos la moda playera, con bastantes transparencias y tejidos abiertos, pero a la vez mucho más vestidas todo el tiempo, en contraste con nuestro estilo de usar sólo la biquini y vestirnos cuando nos vamos.
Paseamos un rato más por el centro y encontramos un supermercado. Compramos cerveza y algo para cenar y volvimos al hotel. Esta vez viajamos en un bus "tuneado" y con vallenato "al taco", muy divertido!
En el hotel bajamos otro rato a la playa, luego pileta y un poco de jacuzzi con charla. Con otros matrimonios intercambiamos datos y experiencias para lo que sigue. Agendamos mentalmente ir al Sombreron en Cartagena y comprar Ron en San Andrés, por ejemplo.
Tan distraída estaba que olvidé mis Crocs... y no los encontré más. Extraño lugar para que me robaran un par viejito... En un principio pensé que alguien se había confundido, pero no había "suplentes", y tampoco aparecieron después.
Al anochecer subimos a cenar al balcón, leer y hacer sociales por Internet. Terminé el libro de Isabel Allende con muchas ganas de ir a Saint Domingue (Dominicana - Haití). Ahora empezaré alguno de Gabo, para empezar a vivir Cartagena.