jueves, 30 de junio de 2016

Castillo de San Felipe

Lunes 21 de Marzo

Después de desayunar fuimos al centro a comprar otra tarjeta de memoria, un poco más cara pero con garantía. Tuvimos que hacer tiempo hasta que abran: ocho y media algunos, a las nueve otros. Y paseando por el Parque Centenario encontramos ardillas!



Ya con disponibilidad de espacio subimos al Castillo de San Felipe de Barajas.



Pagamos la entrada, no nos decidimos por utilizar las audioguías, aunque parecían muy sugestivas, y entramos.


Muy interesante el recorrido y al finalizar vimos un video con la historia, destacando su importancia en el sitio inglés de 1741.



Observamos corales en sus muros...



... cañones...



... pasadizos...



.... o túneles...

...torretas...


...la casa del castellano...


Y mucho contraste con la modernidad...



Cuando bajamos buscamos los "zapatos viejos", muy cerquita, detrás del Castillo y nos divertimos sacándonos fotos dentro.


Como nos quedaba un rato antes de almorzar nos "perdimos" por Getsemaní,



disfrutando su colorido



y el arte callejero.



Murales...


y esculturas!!!



Después de almorzar volvimos al Hostel a esperar que baje el calor, descansar y compartir fotos. Estaba muy ansiosa por verificar que estuviera todo bien con la tarjeta y así fue.


Después del descanso, pero temprano fuimos a caminar  por la costa, a Boca Grande, Castillo Grande y El Laguito. Eran bajas las expectativas, por los comentarios que habíamos recibido, y nos sorprendieron gratamente las playas, especialmente las que están atrás, entre Castillo Grande y El Laguito.

Además están terminando de poner en valor un paseo costanero muy agradable. Volvimos al atardecer, con el tiempo justo para que no se nos hiciera de noche e inseguro. Es un poco lejos.


Nos bañamos, cambiamos y salimos a cenar y pasear por la ciudad histórica. Y al regresar revisar correos, redes sociales y leer un ratito.

martes, 28 de junio de 2016

Baru e Islas del Rosario

Domingo 20 de Marzo


Alta expectativa: Baru y Playa Blanca! Todo  con el que hablamos nos dijo que era el paraíso. Desayunamos temprano y ansiosos en la terraza. Partimos con antelación a la agencia a sólo una cuadra.


Esperamos que lleguen los otros y fuimos al muelle turístico con la empleada de la empresa, que una vez allá nos hizo registrar, pagar los derechos de muelle y Parque Nacional, y pasar al sector donde esperamos que nos llamen para embarcar.



Había mucha gente y seguía llegando más. Observamos los operativos sobre las lanchas y la tripulación. bastante rigurosos, incluso con alcoholímetro. Nos pareció una buena señal, de cuidado y control.



Nos llamaron, embarcamos y partimos, tranquilos, buenas vistas de la ciudad y la Bahía desde el agua, ... pero duró poco: comenzó a acelerar y se transformó en un violento traslado y dejó de ser un paseo. En Tierra Bomba subieron más personas, que resultaron ser "guías",



Recorrimos las Islas del Rosario casi rezando el mismo: a máxima velocidad, subiendo y bajando pasajeros y golpeando la embarcación con las olas, y por ende nuestros huesos en ella.



Realmente el sitio era un paraíso, pero el servicio pésimo. Llegamos al acuario y sitio de snorkeling. Allí debíamos elegir que hacer, no había tiempo para todo.



Antes de bajar fuimos recibidos por un servicio de comidas en barco...



Y nos sorprendió la cantidad de fragatas que volaban en derredor



Elegimos ir al agua. Pese a que tenemos equipo y brevet de buzo, debimos pagar igual porque nos tenía que acompañar un "guía", que como con el de la lancha, no habló casi nada, ni explicó nada de los peces ni del sitio.


Sólo nos trasladó por el recorrido, muy pequeño porque eramos tan diferentes que parecíamos un zoologico: gente que no sabía nadar, que sólo flotaba y un par que sí lo hacíamos.


Tratamos de obviar el malestar y disfrutar el lugar, que era maravilloso y nos hizo sentir exhultantes de placer: corales y peces nos rodeaban. El corolario fue la experiencia de alimentarlos: Fantástica!
Fue poco, pese a que nos prometieron más de una hora, casi no llegamos a la media hora y nos llevaron a buscar a los que habían optado por el acuario.


Encima tuvimos que esperar a un par que se demoraron y de nuevo a sufrir el ciclo de recorrido violento, subiendo y bajando pasajeros hasta llegar a Playa Blanca: una bellísima playa, grande, de arena coralina, con palmeras,... pero atiborrada de gente: parecía la Popular de Mar del Plata en el mejor domingo de enero. Allí almorzamos riquísimo: pescado (mojarra roja), con arroz, ensalada y patacones. Además de la fresca y sabrosa limonada que acompañaba, tomamos una cerveza Aguila y nos zambullimos. El agua estaba divina: tibia y refescante.



Por un par de horas nos comportamos como iguanas de mar: arena, sol, agua,...


Y llegó la hora de retornar, de la misma y cruel manera. Cuando llegamos a Tierra Bomba el "guía Chocolate", se vanaglorió, pidió aplausos y propina. Increíble descaro!


Llegamos al muelle un poco golpeados pero sanos. Volvimos al hotel a bañarnos y reposar una rato, recargando las pilas con unos heladitos matecitos de limón.


Y salimos casi al atardecer. Paseamos por San Diego, su plaza y un poquito del centro. Disfrutamos un rato del Festival de los Dulces, frente a su portal, y nos volvimos a cenar en Getsemaní, en "Este s el Punto".

Como casi todos los días terminamos con sociales en Internet y un poco de lectura. Hoy no subí fotos por dos motivos: aún no repuse la tarjeta de memoria, y el traslado me dejó movidas las pocas que obtuve. Menos mal que Luis pudo tomar mejores con la cámara.